sábado, 25 de febrero de 2012

Sombra de Dragón

Cuenta el silencio la historia de un niño, que entre otros, quiso cantar para ser una supernova en el universo. Pero en el camino, algo hubo que lo dejó ciego, sin rostro y sin pellejo. No hay rastros del suceso, solo un perro blanco que se hace llamar Sabueso y cuenta lo visto desde un espejo:
Al principio era de cuentos, no había humo ni trabas de hierro. Solo manchas en el suelo marcando un camino de hielo, que con el cantar de los niños dibujaban un paseo, dejándolos dormir sobre nubes de caramelo.
Con el pasar de los niños, los días se volvieron traviesos y las nubes espinas de color negro. Uno de ellos observó de noche, que si no cantaban, las manchas crecerían en exceso, pero ninguno de los otros se creyó tal cuento. El niño fue entendiendo que las manchas en progreso eran sombra para el hielo que lo protegía del calor de los magnesios. Las mareas le advirtieron que no hiciera más esfuerzos por saber aquel secreto que para él ya era concreto. Cada noche en el silencio, se formaba una silueta de algo espeso que crecía y que crecía con el tiempo. Sin descanso el pobre incierto, observaba los sucesos y cantando en las mañanas, se dormía sobre el hielo. Al pasar dos largos meses, ya era inmenso su desvelo y una noche, entre otras noches, iluminado por un cerro, vio la sombra de un dragón que escupía fuego negro. Advirtió a sus compañeros, que un dragón acabaría sus deseos y sus sueños incendiando aquel camino y derritiendo todo el hielo. Nuevamente estos pupitres, sus palabras no creyeron. 
Finalmente fue este niño quien peleó con el engendro y muriendo en el intento lo dejó sin puro aliento y destinado a ser sombra hasta el fin de los espejos.