miércoles, 15 de diciembre de 2010

Relato a una nariz

De tanto en tanto mi nariz crece. No se sabe hacia dónde pero crece. Y como todas las narices, la mía también se dilata. Mis mocos son mimosos. De tanto en tanto cantan una canción antes de irse a dormir. Flujo, baba, secreción. Se divierten, sí.
En frente mío, una nariz busca otra nariz dentro del mundo de narices nasales posiblemente constipadas por otras narices gangosas. Luego de un largo y arduo silencio se me acerca una punta con cara de oreja y me dice: ÑA ÑEM ÑIS. Pienso. Piensa mi nariz. Piensan mis mocos. Están más confundidos que nunca. Es que huele tan rica aquella puntita nasal que se irgue también mi punta y crece, crece tanto que se van a chocar y wowwww!!! qué hermoso día es hoy!!! La saludo con un beso de nariz y me voy. Inmediatamente se cruza otra nariz. Cabizbaja, triste. Tan pero tan triste que no se le ven los ojos. Se contrae. Hace un esfuerzo por levantar su punta respingada pero se le cae más abajo. Solloza vacía de mocos. Hueca. Tan sola. Pobrecita. Pienso. Piensa mi nariz. Piensan mis mocos. Están acongojados. Es que esta nariz no podría elevarse porque al hacerlo su punta terminaría en el piso y moriría de deformidad nasal. Mis mocos le cantan una canción de rancho para acompañar el sentimiento. Un instante me miró con cara de ombligo. Sus agujeros mas contraídos que nunca. No me gustó. Me fui.
De tanto en tanto se cruzan los caminos. Crece mi nariz y se dilata. Eligen mis agujeros. Cantan mis mocos. Observa mi punta. ÑA ÑEM ÑIS. Fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario